Esta mañana me levanté con la triste noticia de que el Papá de una gran amiga había fallecido. Y aunque la noticia es sumamente dolorosa, me puse a mirar su vida y me percaté que el vivió su vida extraordinariamente. Era un hombre brillante y siempre tenía un tema para hablar. Educó a tantos y dejaba huellas en cada persona a quien conocía. Viajò mucho, conoció muchas personas, como educador siempre estaba ávido de aprender cosas nuevas. Degustándolo todo. ¡Una vida bien vivida!
Luego analicé mi propia vida y me dije: ¡así es que hay que vivir! Dejando huellas en los demás. Creando momentos y experiencias por breves que sean. Dejando un legado para que los demás siempre aunque te extrañen puedan recordarte con una sonrisa.
Me pregunté, ¿que estoy haciendo para dejarle a este mundo la mejor versión de mi? ¿Porqué quiero ser recordada? ¿Qué dirán los que me aman? ¿Cuál es mi legado? ¿Que dirá mi epitafio? Y ciertamente aún tengo mucho trabajo por hacer. De igual forma, me place saber que sé las respuestas a esas preguntas y sé a dónde quiero llegar.
¿Y tu?
No me lo cuentes. Haz el ejercicio y crécete!
Gracias Agustín, por recordarnos que más vale una vida bien vivida.
Besos,
Misma
Nota:
Mi epitafio dirá: “¡apasionada, compasiva y libre!”
Trabajando para eso.?
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