En el pasado hablamos del concepto de la tribu. Dijimos que una tribu era: “una comunidad de apoyo donde se compartían: penas, tristezas, alegrías, logros, comida, celebraciones, tareas, la crianza de los hijos… Una especie de alianza, complicidad y hermandad que iba de las cosas más sencillas hasta las más complejas.”
Hoy día el concepto ha evolucionado y tal vez no le llamamos tribu, pero existen elementos comunes de las tribus. Hoy el nombre es distinto, pero el concepto sigue siendo el mismo. Tu verdadera tribu son: tus panas, tus comadres, tus compadres, tus lolas, tus mingas, tus compañeros de “jangueo”, tu grupito, las muchachas, los muchachos, tu manada…Y en el día de hoy, Las Yayas de Maritza. ¡Sî!
¿Qué son las Yayas? “Un grupo de dos o más mujeres cuyos corazones y almas se unen por risas y lágrimas compartiendo el glorioso camino de la vida.”
Les cuento cómo es que doy con este grupo extraordinario de mujeres.
Maritza es una mujer espectacular. Es de esos seres que ves y tiene algo muy dulce en su mirada y una luz que ilumina el lugar donde se encuentra. Lleva muchos años dando la batalla contra el cáncer. Ha pasado mucho, pero siempre tiene una sonrisa y una fe inquebrantable en Dios. Muy talentosa y con todo lo que ha pasado, en la medida en la que puede, continúa asistiendo a su trabajo (igualito que todos nosotros cuando nos da catarro, aja!). Tiene una de las voces más bellas que he escuchado y ha puesto su talento al servicio de la iglesia. Tenemos amistades en común y es de esas personas a las que admiras en silencio. Literalmente, es una guerrera.
Este fin se semana una amiga en común puso un vídeo en las redes, donde aparece un grupo de mujeres de distintos trasfondos, pueblos y edades cantando, y que parecía que llevaban ensayando mucho tiempo. Me conmovieron sus voces. Luego veo fotos de la actividad en la que estaban y me dije; yo no sé qué hacen juntas, pero ellas son una tribu. Le pregunto a mi amiga Wanda y me cuenta que todas son amigas de Maritza, que se han hecho hermanas por la música y la fe. Le digo que quiero reseñar su historia y me pone en contacto con Omayra, que fue la organizadora de esa reunión espectacular. Omayra me confirma que decidieron juntarse para regalarle un momento pleno. En menos nada (y típico de mujeres), había un bembé formado con: picadera, juegos, dinámicas, canciones, tutoriales de cómo ponerse un turbante, maquillaje y hasta una canción tema. Cuando se despidieron, se dieron cuenta de lo poderoso que había sido ese encuentro no solo para Maritza, sino para todas.
Las Yayas, es el nombre que la misma Maritza le dio a cada una de ellas. Cada una ha tenido una experiencia de unidad con ella. Cada una aporta algo distinto. Son relaciones que se han fortalecido a través de los años que lleva librando su batalla contra el cáncer. Son su comunidad de apoyo. Todas son diferentes, más el punto que las une es el amor a Dios a través de su prójimo, que es Maritza. Como dice una de las Yayas, Mayra: “Dios nos une y Maritza nos ‘jala’”. Cada una ha demostrado el compromiso de acompañar a su amiga en el dolor. Las Yayas de Maritza son una tribu que conecta. Son un grupo que unidas son más fuertes. La fraternidad mueve a estas mujeres. El dolor y la admiración a su amiga las une. Cuando se juntan manifiestan ese poder invencible que tienen las mujeres guerreras. Y es que, el camino del dolor, solo se puede caminar si vas de la mano de tu tribu, de tus amigas, de la gente que te ama; de tus Yayas.
Tal vez, tú también tienes tus Yayas o tal vez tú eres una Yaya para alguien. Hoy, busca a tus Yayas, diles cuan importantes son para ti, pon en agenda ese café o esa copita de vino que se deben desde hace un tiempo. Haz un “sleepover” con tus amigas, porque cuando todo se ha ido eso es lo que queda. Conecta con ellas y, si no hay Yayas en tu vida, aquí en connect cibernéticamente hay muchas. Las Yayas de Maritza son una tribu que conecta en amor.
Cuéntanos de tu tribu.
Abrazos,
Misma
PD: Gracias a Maritza y a Las Yayas por permitirme publicar su historia. Gracias por mostrarnos un lado hermoso de cómo conectar con otros y por ser ejemplo. Cuando sea grande quiero ser como ustedes. Maritza, que Dios siga bendiciendo tu vida y te conceda el bálsamo sanador.