En Navidad, se come, se ríe… ¡y no se habla del cuerpo de nadie!

Llegó la Navidad, ese momento mágico en el que sacamos el lechón, el arroz con gandules, los pasteles y el tembleque, ¡y también las conversaciones familiares más inesperadas! Pero hoy vengo con un recordatorio crucial, soles de Tití: en las reuniones navideñas NO se comenta sobre el cuerpo ajeno. Sí, ya sé que es tentador decirle al primo que está “más gordito” o preguntarle a la sobrina si está comiendo bien porque “está flaquita, mija”. Pero, ¿sabías que esos comentarios pueden ser más incómodos que un abrazo con sudor en plena fiesta?

Todos tenemos espejos en casa, ¿verdad?

Así que, hagamos algo simple: levanta la mano si tienes un espejo en tu casa. Exacto. Todos sabemos cómo nos vemos, no hace falta que nadie nos lo recuerde. Así que no, Titi Mery, no necesito que me digas que estoy “llenito” (o “vacío”). Créeme, yo ya lo sé, y mi pantalón apretado también.

Lo mismo va para aquellos comentarios disfrazados de “preocupación”. Esa abuela que te mira con ojos de CSI y te suelta: “Ay, nena, pero, ¿tú estás comiendo? Estás como un palillo”. Mi gente, la preocupación genuina se demuestra con cariño, no con observaciones al estilo de un noticiero.

¿Por qué evitar estos comentarios?

  1. No sabes por lo que la otra persona está pasando. Quizás esa persona está lidiando con un problema de salud, estrés, o simplemente está disfrutando de la vida a su manera. ¿Y quiénes somos nosotros para juzgar?
  2. Puede arruinar la noche. Nada apaga más rápido el espíritu navideño que un comentario incómodo. Y si crees que no, prueba tú ser la persona señalada frente a toda la familia.
  3. No aporta nada positivo. ¿Qué ganas diciéndole a alguien que está más gordo o más flaco? ¿Te dan un trofeo? ¿Te conviertes en el campeón de los comentarios obvios? ¡Claro que no!

En vez de criticar, agradece…

¿Sabes lo que sí deberíamos hacer en estas fiestas? Agradecer. Agradecer que estamos juntos, que podemos compartir, reírnos, cantar un aguinaldo y, claro, ¡comer hasta que el botón del pantalón pida auxilio!

Dile a tu prima que estás feliz de verla. Abrázala, pregúntale por su vida, ríete de las anécdotas del pasado. Pero no te fijes en si subió 10 libras o si bajó otras 10. Mejor disfruta de su compañía, porque al final del día, eso es lo que realmente importa.

Propongo que este año cambiemos las críticas por baile. En vez de señalar con el dedo, usa ese dedo para marcar el ritmo en la plena.

Las Navidades no son para acomplejar, son para amar, reír y compartir. Así que la próxima vez que sientas la tentación de comentar sobre el cuerpo de alguien, mejor ponte una bolita de mofongo en la boca. ¡Feliz Navidad, y que el único peso que te importe esta temporada sea el que llevas en la cartera que si pesa mucho te da espasmo!

Gocemos!

Misma 🎄❤️