Con el título sé que deben haber dicho “ahí va pal’ monte y sin bridas”?. Pero no es lo que piensan. Hoy quiero exhortarlos a dejar de “guayar la hebilla” con los errores y sentimientos de culpa. Sí! A dejar de bailar afincados con ellos.
Todos tenemos momentos en los que sabemos que hemos tomado malas decisiones. En ocasiones, lo sabemos incluso antes de hacerlo, igual decidimos lanzarnos a ver si nos sale. Y llega un momento en la vida en el que llegan los arrepentimientos, el “si yo hubiera pensado”. La vida de momento se nos vuelve una “soberana pesadilla”. ¿Y sabes qué? En mal español “suckea” bien fuerte. De momento te quitaron el piso y te encuentras en el aire.
Más aún, resulta que todo el mundo te vio meter las patas y nadie te dijo nada. Todo el mundo te vio caminar por la cuerda floja hacia el precipicio y nadie te dijo que te ibas a caer. O si te lo dijeron, tampoco los escuchaste. Y cool. De vez en cuando está bien hacerse el sordo. Y los “te lo dije” no los necesitas. Ese que te dice eso, no es tu pana. Tu pana es el que te dice “Te guayaste, ven vamos a curarte esa mierda”. El que te juzga no te hace falta pues ya tú te estás estrellando contra las paredes.
De igual forma, no podemos vivir la vida culpándonos por los errores cometidos. En el momento hiciste lo que mejor que podías. Y probablemente si vuelve a ocurrir harías lo mismo. De nada sirven los arrepentimientos ahora. Claro, que si te llevaste a alguien “enrredao” debes pedir disculpas y aceptar tu responsabilidad.
De los errores, se aprende bien. Se enfrentan. Se miran desde adentro y desde una vista lejana. No se “guevea” con el error y nos pasamos la mano. Hay que aprender de veras la lección. Y seguir adelante, asumiendo nuestra responsabilidad. Talvez es hora de desarrollar una nueva estrategia. O revisar la meta y analizar si realmente es eso lo que queremos. Quizás nos tome el doble del tiempo, pero no te quedes “guayando la hebilla” con el error y la culpa. En ocasiones, empezamos a vivir un romance peligroso con la culpa y con el auto flagelarnos con nuestros errores. Repetimos la película mil veces al día en nuestra mente buscando lo que ya sabemos. Y eso no nos deja movernos. Cavamos nuestra propia tumba junto al error. Perdemos tiempo valioso, energías y sabe Dios qué más en el proceso de seguir profundizando y analizando. Es como cuando vez una película triste mil veces como si la próxima vez que la veas el actor va a sobrevivir o se hiciera realidad el ÿ vivieron felices por siempre”. Somos humanos. Perdónate y pasa la página. Ten compasión contigo. Aprende y sigue adelante. Utiliza esta crisis para ser la mejor versión de ti mism@. Aceptar que comentemos errores y no “guayar la hebilla “con ellos es conectar.
Besitos en el cutis☀️,
Misma